Llegit a La Vanguardia. Enric Juliana: “Así está el patio”:
Comienza una semana trepidante en Madrid. Bueno, en Madrid todas las semanas suelen ser trepidantes. Madrid, por arriba, va a cien.
Si el príncipe de Vergara disponía de la fortaleza de Montjuïc para disparar a placer sobre la Rosa de Fuego, los actuales artificieros de la crispación nacional han encontrado en el desquiciamiento político catalán un precioso arsenal: el preámbulo del Estatut, redactado por un epígono del filósofo Francesc Pujols bajo los efectos de la tramontana; las conspiraciones pitarrescas del tripartito; el Consell Executiu de córpore insepulto y la última fantasmada en el Camp Nou, la pancarta del sábado a favor de esa entelequia llamada Països Catalans, que apenas cosecha el tres por ciento de los votos en Valencia.
Si la crispación política salta de las tertulias radiofónicas a las gradas de los estadios de fútbol, podemos encontrarnos ante algo peor que la gripe aviar.
Alguien debería recordar a los catalanistas de dibujos animados, a los jetas de las cuatro barras que ayer mencionaba Baltasar Porcel, que el drama de Yugoslavia comenzó en los medios de comunicación furibundos, pero también en el estadio del Estrella Roja de Belgrado.
Comienza una semana trepidante en Madrid. Bueno, en Madrid todas las semanas suelen ser trepidantes. Madrid, por arriba, va a cien.
Si el príncipe de Vergara disponía de la fortaleza de Montjuïc para disparar a placer sobre la Rosa de Fuego, los actuales artificieros de la crispación nacional han encontrado en el desquiciamiento político catalán un precioso arsenal: el preámbulo del Estatut, redactado por un epígono del filósofo Francesc Pujols bajo los efectos de la tramontana; las conspiraciones pitarrescas del tripartito; el Consell Executiu de córpore insepulto y la última fantasmada en el Camp Nou, la pancarta del sábado a favor de esa entelequia llamada Països Catalans, que apenas cosecha el tres por ciento de los votos en Valencia.
Si la crispación política salta de las tertulias radiofónicas a las gradas de los estadios de fútbol, podemos encontrarnos ante algo peor que la gripe aviar.
Alguien debería recordar a los catalanistas de dibujos animados, a los jetas de las cuatro barras que ayer mencionaba Baltasar Porcel, que el drama de Yugoslavia comenzó en los medios de comunicación furibundos, pero también en el estadio del Estrella Roja de Belgrado.
Pero un final feliz de esta historia no será suficiente para regenerar la política catalana si los dirigentes políticos no asumen que no se puede seguir actuando como si la política fuera la prolongación del fútbol por otros medios.
Madrid, 25 d'octubre.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada