*(article per Noticias.com)
Demasiadas veces en el debate económico, social o político empleamos conceptos que fueron acuñados en otros momentos y situaciones, y que hoy o han perdido el sentido o tienen otra significación.
Demasiadas veces en el debate económico, social o político empleamos conceptos que fueron acuñados en otros momentos y situaciones, y que hoy o han perdido el sentido o tienen otra significación.
El mundo está cambiando muy deprisa y lo que tiempo atrás quería decir una cosa ahora ya no representa lo mismo.
Sin ir más lejos, el análisis que se viene haciendo de la evolución de la balanza de pagos, que no sé si es lo mismo la de España, que española. Con la entrada en la Unión Económica y Monetaria y la adopción de la moneda única todo ya es diferente. Resulta que ya no tenemos moneda propia. La fijación del tipo de cambio de la que usamos, el euro, está no en las manos de nuestras autoridades económicas y políticas sino en manos comunitarias. La tradicional evaluación del saldo comercial, importaciones menos exportaciones, tiene evidentemente un resultado, pero que ya no podemos corregir como antes con instrumentos propios. No tenemos ni política cambiaría ni monetaria. La tenemos a otro nivel del que somos partícipes, aunque no sé si participamos lo suficiente.
Además, las rúbricas tradicionales que se utilizaban tiempo atrás para corregir las estructurales diferencias entre importaciones y exportaciones, las entradas de capitales, el turismo y las remesas de los emigrantes ya no tienen el mismo sentido. La internacionalización de la economía, en la que participamos plenamente, hace que el tema de las entradas y salidas de capitales no tenga nada a ver con las de tiempos atrás. Somos de las primeras potencias turísticas mundiales en receptores, pero con el aumento de nuestra renta también nos hemos convertido en emisores. Derivado del crecimiento acentuado en los últimos años de la población inmigrada el saldo de transferencias se ha vuelto negativo, lógico. En esta rúbrica, debemos relativizar su importancia puesto que queda muy lejos de ser una partida determinante en el conjunto. Hay que destacar que las partidas financieras están adquiriendo un volumen prácticamente igual a las no financieras, hecho también que tiene todo el sentido en el mundo internacionalizado e intercomunicado en que viven las economías adelantadas.
Y es que hemos de admitir sin miedos que sin ser de los primeros estamos dentro de los primeros y aceptar las consecuencias de ello. Algunas cosas que se hacían tradicionalmente ya no tienen sentido. Hace falta, pero, jugar todas las cartas posibles para estar en este nuevo panorama. La internacionalización comporta a la vez atraer hacia aquí y ayudar a establecerse hacia allá. Mejorar la oferta de bienes y servicios producidos aquí, pero no cerrarse a las posibilidades que nos vienen o se dan fuera. Pagar rentas y recibirlas. Aceptar que la mejor ayuda que podemos hacer a los países pobres para su desarrollo son las transferencias que les hacen los que trabajan aquí. Participar enérgicamente y activamente en las tomas de posición y actuaciones que se deben hacer a nivel comunitario y mundial.
Todo esto comporta que tanto los poderes públicos como la actividad privada han de asumir este nuevo marco de juego y construir las estrategias y las acciones pertinentes para estar presente en él. Si continuamos pensando en los viejos términos acuñados hace tiempos y que todavía eran válidos hace sólo veinte años, pero que ya han quedado obsoletos, no entenderemos correctamente el que está pasando en el actual escenario.
Mataró, 23 de enero.
Sin ir más lejos, el análisis que se viene haciendo de la evolución de la balanza de pagos, que no sé si es lo mismo la de España, que española. Con la entrada en la Unión Económica y Monetaria y la adopción de la moneda única todo ya es diferente. Resulta que ya no tenemos moneda propia. La fijación del tipo de cambio de la que usamos, el euro, está no en las manos de nuestras autoridades económicas y políticas sino en manos comunitarias. La tradicional evaluación del saldo comercial, importaciones menos exportaciones, tiene evidentemente un resultado, pero que ya no podemos corregir como antes con instrumentos propios. No tenemos ni política cambiaría ni monetaria. La tenemos a otro nivel del que somos partícipes, aunque no sé si participamos lo suficiente.
Además, las rúbricas tradicionales que se utilizaban tiempo atrás para corregir las estructurales diferencias entre importaciones y exportaciones, las entradas de capitales, el turismo y las remesas de los emigrantes ya no tienen el mismo sentido. La internacionalización de la economía, en la que participamos plenamente, hace que el tema de las entradas y salidas de capitales no tenga nada a ver con las de tiempos atrás. Somos de las primeras potencias turísticas mundiales en receptores, pero con el aumento de nuestra renta también nos hemos convertido en emisores. Derivado del crecimiento acentuado en los últimos años de la población inmigrada el saldo de transferencias se ha vuelto negativo, lógico. En esta rúbrica, debemos relativizar su importancia puesto que queda muy lejos de ser una partida determinante en el conjunto. Hay que destacar que las partidas financieras están adquiriendo un volumen prácticamente igual a las no financieras, hecho también que tiene todo el sentido en el mundo internacionalizado e intercomunicado en que viven las economías adelantadas.
Y es que hemos de admitir sin miedos que sin ser de los primeros estamos dentro de los primeros y aceptar las consecuencias de ello. Algunas cosas que se hacían tradicionalmente ya no tienen sentido. Hace falta, pero, jugar todas las cartas posibles para estar en este nuevo panorama. La internacionalización comporta a la vez atraer hacia aquí y ayudar a establecerse hacia allá. Mejorar la oferta de bienes y servicios producidos aquí, pero no cerrarse a las posibilidades que nos vienen o se dan fuera. Pagar rentas y recibirlas. Aceptar que la mejor ayuda que podemos hacer a los países pobres para su desarrollo son las transferencias que les hacen los que trabajan aquí. Participar enérgicamente y activamente en las tomas de posición y actuaciones que se deben hacer a nivel comunitario y mundial.
Todo esto comporta que tanto los poderes públicos como la actividad privada han de asumir este nuevo marco de juego y construir las estrategias y las acciones pertinentes para estar presente en él. Si continuamos pensando en los viejos términos acuñados hace tiempos y que todavía eran válidos hace sólo veinte años, pero que ya han quedado obsoletos, no entenderemos correctamente el que está pasando en el actual escenario.
Mataró, 23 de enero.
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