Cuando pienso en la relación de los sociólogos electorales con los políticos siempre me acuerdo de un chiste que cuentan los antropólogos sobre un poblado de indios hopi en el desierto de Arizona, situado cerca de un observatorio meteorológico. Tras una larga sequía los indios comenzaron a presionar al nuevo brujo de la tribu para que hiciera la danza de la lluvia. El brujo, que no debía tenerlas todas consigo respecto a sus poderes, trató de retrasar la ceremonia todo lo que pudo para ver si llovía sin necesidad de la misma. Finalmente, la presión de la tribu terminó en amenazas muy serias. Acorralado, el brujo organizó la ceremonia, y después de que la tribu bailara hasta muy entrada la noche, les dijo a los indios que antes de dormir sacaran todas sus vasijas para recoger el agua. Casi al amanecer, el brujo, vestido de occidental, se escapó del poblado. Pero antes de huir definitivamente, se acercó hasta el observatorio meteorológico y allí vio a un hombre con una bata blanca, se acercó a él y le preguntó: "¿Usted me podría decir si hoy va a llover?". El hombre le contestó sin la menor duda: "Sí". El brujo, lleno de curiosidad y de esperanza, le preguntó al científico: "¿Y cómo lo sabe con tanta seguridad?", a lo que el científico contestó: "Porque los indios del poblado de ahí abajo han sacado las vasijas para recoger el agua de la lluvia".
Mario Vargas Llosa: “La era del bufón”, 19-09-10.
La información en nuestros días no puede ser seria, porque, si se empeña en serlo, desaparece o, en el mejor de los casos, se condena a las catacumbas. La inmensa mayoría de esa minoría que se interesa todavía por saber qué ocurre diariamente en los ámbitos políticos, económicos, sociales y culturales en el mundo, no quiere aburrirse leyendo, oyendo o viendo sesudos análisis ni complejas consideraciones, llenas de matices, sino entretenerse, pasar un rato ameno, que lo redima de la coyunda, las frustraciones y trajines del día.
La información en nuestros días no puede ser seria, porque, si se empeña en serlo, desaparece o, en el mejor de los casos, se condena a las catacumbas. La inmensa mayoría de esa minoría que se interesa todavía por saber qué ocurre diariamente en los ámbitos políticos, económicos, sociales y culturales en el mundo, no quiere aburrirse leyendo, oyendo o viendo sesudos análisis ni complejas consideraciones, llenas de matices, sino entretenerse, pasar un rato ameno, que lo redima de la coyunda, las frustraciones y trajines del día.
Para tener derecho a la existencia y a prosperar los medios ahora no deben dar noticias sino ofrecer espectáculos, informaciones que por su color, humor, carácter tremendista, insólito, subido de tono, se parezcan a los reality shows, donde verdad y mentira se confunden igual que en la ficción.
Fernando Vallespín: "La huelga zombi”, 17-09-10.
En los últimos tiempos, el gran fracaso de la socialdemocracia ha sido su incapacidad para ofrecer una "casa común" de la izquierda y para canalizar el nuevo activismo político. Este último se ha ido refugiando en una miríada de ONG y movimientos sociales de distinto pelaje. Los sindicatos, por su parte, se han adaptado a una cómoda contestación institucionalizada, y los partidos a la izquierda de la socialdemocracia se han limitado a satanizar el capitalismo sin que sepamos bien hacia dónde quieren dirigirnos. A falta de un adecuado diagnóstico de la actual realidad socio-política y de la presentación de una auténtica alternativa, ser de izquierdas se ha convertido en un significante vacío. Mientras tanto, el mundo sigue su deriva implacable hacia más de lo mismo.
En los últimos tiempos, el gran fracaso de la socialdemocracia ha sido su incapacidad para ofrecer una "casa común" de la izquierda y para canalizar el nuevo activismo político. Este último se ha ido refugiando en una miríada de ONG y movimientos sociales de distinto pelaje. Los sindicatos, por su parte, se han adaptado a una cómoda contestación institucionalizada, y los partidos a la izquierda de la socialdemocracia se han limitado a satanizar el capitalismo sin que sepamos bien hacia dónde quieren dirigirnos. A falta de un adecuado diagnóstico de la actual realidad socio-política y de la presentación de una auténtica alternativa, ser de izquierdas se ha convertido en un significante vacío. Mientras tanto, el mundo sigue su deriva implacable hacia más de lo mismo.
Rafael Argullol: “La cabeza bajo el ala” 17-09-10.
No nos engañemos. Políticos sin grandeza y profesores desorientados solo son responsables secundarios de la escasísima formación media de los jóvenes; el responsable directo es el ciudadano-avestruz, el protagonista de una democracia fraudulenta en la que se enfatizan los derechos y se rehúyen los deberes, siempre mirando hacia otro lado o con la cabeza bajo el ala. El ciudadano-avestruz nada quiere saber de la destrucción del litoral mientras esto no vulnere sus intereses; nada le afecta la corrupción mientras no se grave su bolsillo; en nada le concierne el asentamiento de las mafias mientras él pueda ir tirando; le importa un comino tener o no tener buenas universidades mientras la diversión esté asegurada. Siempre podrá acusar a los políticos -reclutados a su imagen y semejanza- de sus errores. Porco governo.
Madrid, 21 de setembre.
No nos engañemos. Políticos sin grandeza y profesores desorientados solo son responsables secundarios de la escasísima formación media de los jóvenes; el responsable directo es el ciudadano-avestruz, el protagonista de una democracia fraudulenta en la que se enfatizan los derechos y se rehúyen los deberes, siempre mirando hacia otro lado o con la cabeza bajo el ala. El ciudadano-avestruz nada quiere saber de la destrucción del litoral mientras esto no vulnere sus intereses; nada le afecta la corrupción mientras no se grave su bolsillo; en nada le concierne el asentamiento de las mafias mientras él pueda ir tirando; le importa un comino tener o no tener buenas universidades mientras la diversión esté asegurada. Siempre podrá acusar a los políticos -reclutados a su imagen y semejanza- de sus errores. Porco governo.
Madrid, 21 de setembre.
1 comentari:
Manel, no estic d'acord amb les conclusions de l'Argulloll. No hauríem de parlar de ciutadans estruços sino de ciutadans aborregats !
El detall és important, perqué la gran qüestió és de qui és la responsabilitat d'aquest panorama desolador. Mira la nota que he penjat al meu blog, on relaciono aquest article amb dos altres: un sobre el llibre del Ramoneda, l'altre del Perez Tornero sobre la necessitat d'un nou paradigma ...
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