Ara fa cinc anys em vaig fer alguna pregunta sobre Seseña. Avui, a la sessió de la Comisió Mixta per les relacions amb el Tribunal de Comptes, he hagut de fixar una primera posició del meu grup parlamentari, el socialista, sobre l’informe de fiscalització de la gestió urbanística d’aquell Ajuntament que va realitzar el Tribunal de Comptes l’any passat. I he donat alguna resposta. Heus aquí alguns paràgrafs de la meva intervenció.
De la lectura de este informe, que abarca desde 1996 a finales de 2007, se deduce que se juntaron el hambre con las ganas de comer, la miseria de gran parte de la administración local española y la voracidad desmesurada de muchos promotores del sector inmobiliario de la era dorada del ladrillo
La miseria: No en el sentido económico, en el sentido de la falta de capacidad de muchas entidades locales de cumplir y hacer cumplir las funciones que tienen encomendadas, de la existencia de responsables políticos iluminados administrativos o ciegos.
Las votaciones democráticas no legitiman a los electos a actuar al margen, o en los márgenes, del derecho administrativo. Las votaciones democráticas no dan poder omnímodo, dan capacidad de ejercer el gobierno democráticamente sujeto a las leyes, que es otra cosa.
Todo lo de Seseña fue un dislate, todo fue un delirio.
El exhaustivo informe del T.Cu. pone implícitamente de manifiesto que esto nunca debió producirse, y es aquí donde hay que centrar las recomendaciones, y las posibles propuestas de resolución de esta Comisión Mixta: que no se vuelva a producir.
Por parte de la voracidad desmesurada del sector, seguro que no se va a reproducir en muchos años, porque el sector ha fallecido por indigestión. Su gula y glotonería lo ha llevado al hoyo. Pero cual Drácula cualquiera puede volver a revivir más adelante, dentro de otra generación quizás, no creo que sea posible antes. Pero para entonces hay que haber atajado la otra circunstancia, la miseria de la administración local española. O de gran parte de ella. Corrigiéndola o eliminándola, la administración y su miseria. Y la de algunos, no sé si demasiados, creo que no, de sus componentes.
Lamentablement el portaveu del PP en aquest tema a la Comissió, el senador De las Heras, no ha tingut, o no li ha interessat gens, l’alçada de mires parlamentaria sobre allà on jo havia situat el debat -ni s’ha adonat que podia tenir el sostre de vidre- i ha replicat la meva intervenció llençant-me una pedregada partidista, molt al estil de la política sectària tan habitual a los “madriles”. És com alguns entenen l’exercici de la política.
Madrid, 7 d’agost.
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